jueves, 2 de enero de 2014

CANCIÓN A MIS PADRES - Keith Green


Título en inglés: Song To My Parents


Necesito decir estas cosas debido a cuánto los quiero.
Y siento que se enojen cuando digo
que ustedes simplemente no saben.
Pero, hay un cielo esperando por ustedes y por mí.
Sé que parece que cada vez que hablamos
sólo estoy tratando de hacerles ver.

Y es solamente que me importa.
De verdad, sólo quiero verlos ahí.

Por favor, traten de pasar por alto mi, mi lado humano.
Sé que soy un mal ejemplo
y que ustedes saben que estoy muy lleno de orgullo.
Pero Jesús no es así.  No, Él es perfecto de principio a fin.
Creo que es por eso que lo necesitamos.
Porque por nosotros mismos, no hay manera alguna.

Y es sólo que me importa.
De verdad, realmente sólo quiero verlos ahí.

Verlos ahí.

¡Cierren las puertas!. Ellos simplemente no van a venir.
Enviamos las invitaciones hace mucho, mucho, mucho tiempo atrás.
Aún así, vamos a tener una fiesta de bodas
lo suficientemente grande para alimentarlos a todos.
Las personas más grandes del mundo simplemente no vinieron,
así que ahora tendremos que invitar a los pequeños.

Y es sólo porque me importa
De verdad, realmente sólo quiero verlos ahí.

¿No es Jesús ése? ¿No es el hijo de José y María?
Bueno, ¿acaso no creció aquí?. ¡Él jugaba con nuestros hijos!
¿Qué? ¡Debe estar bromeando!
¿Piensa que es un profeta?
¡Pero los profetas no crecen entre los pequeños!
¿Lo hacen? ¿De entre los pequeños? ¿Lo hacen?



¡NO VEO LA HORA DE LLEGAR AL CIELO! - Keith Green



La puesta de sol en la playa, el contorno plateado alrededor de las nubes,
los pájaros volando, cantando, haciendo ese tipo de sonido tan alegre.

Pensamientos acerca del cielo de algún modo parecen llenar mi mente,
pero no puedo ni siquiera imaginar lo que voy a encontrar.
Oh, oh, oh …
Oh, ¡no veo la hora de llegar al cielo!, cuando Tú remuevas todos mis temores.
En seis días Tú creaste todo,
pero has estado trabajando en el cielo dos mil años.

(Na-na-na …)
Bosques verde intenso, montañas tratando de alcanzar el cielo.
Praderas y desiertos, Tu creación satisface mis ojos.
Gracias, gracias Jesús. Aunque esta belleza es sólo una muestra
de toda, toda Tu gloria, que veré cuando traspase esas puertas.

Oh, oh, oh ...
Oh, ¡no veo la hora de llegar al cielo!, cuando Tú remuevas todos mis temores.
En seis días creaste todo,
pero has estado trabajando en el cielo dos mil años.

(la-la-la …)
Oh, oh, oh ...
Oh, ¡no veo la hora de llegar al cielo!, cuando Tú remuevas todos mis temores.
En seis días, Tú creaste el mundo entero.
pero has estado trabajando en el cielo, Jesús,
has estado trabajando en el cielo, Espíritu Santo,
¡han estado trabajando en el cielo dos mil años!


NACIDO DE NUEVO - Keith Green


Cuando noto que mi corazón se está endureciendo, encuentro en las composiciones de Keith un buen remedio. Como escuchar salmos musicalizados. Ustedes me entienden, ¿verdad?.


Tú eres el sol, Tú eres la luz de las estrellas
Tú eres una ola sobre el mar.
Tú eres la gloria de la aurora
mientras libera a la mañana.

Tú eres mi esperanza para el futuro;
es Tu amor lo que me cubre.
Y si tengo alternativa /y si puedo elegir,
pasaré mi vida viéndote mirarme.

Cuando llegaste, yo estaba agotado
y pensaba que Tú no podías verlo;
pero Tú viste lo que escondía tras mi mascarada,
exactamente en ese lugar secreto mío.

Entonces Tu amor me agarró suavemente,
susurrando “Todo está bien”.
Nací de nuevo en Tu amor,
nací de nuevo en Tu luz.

Jesús, a veces mi mente se nubla
y, ¡oh!, es tan difícil ver
que hay una vida que estoy destinado a vivir para Ti.
A veces la he vivido para mí.

Cuando llegaste, yo estaba agotado
y pensaba que Tú no podías verlo.
Pero Tú viste lo que escondía tras mi mascarada,
exactamente en ese lugar secreto mío.

Entonces Tu amor me agarró suavemente,
susurrando “Todo está bien”.
Nací de nuevo en Tu amor,
nací de nuevo en Tu luz.


martes, 12 de julio de 2011

4a. Crónica Católica - ¿Qué cambió realmente el Vaticano II? - Autor: Keith Green


-- Crónicas Católicas --


 
Parte 4 - ¿Qué Cambió Realmente el "Vaticano II"?


La Iglesia Católica Romana se enorgullece mucho de dos cosas diferentes:
1.- De que nunca ha cambiado, y
2.- ¡De que ha cambiado mucho!
Estoy consciente de que el número 2 parece contradecir al número 1, pero cualquiera que haya estudiado la historia de la iglesia -incluso sucintamente- podrá captar lo que estoy tratando de decir.

En primer lugar, Roma es muy enfática acerca de dejar claros estos hechos inalterables:
A.  Que ella es iglesia original y la única fundada por Jesucristo en la tierra.
B. Que su cabeza, el Papa, tiene la autoridad heredada del “Primer Papa”, Simón Pedro, a través de “sucesión apostólica”, (1]) para sentarse en el lugar de Jesús como el indiscutido líder de todos los cristianos verdaderos en la tierra.
C. Que sus tradiciones e interpretaciones de la Escritura son la única base para constituir las reglas y directrices por las que los cristianos deberían vivir en todas partes, y
D. Que sus dogmas y doctrinas, aunque pueden ser aclarados, ampliados, o re-establecidos en bien de los cambiantes tiempos, no pueden jamás ser abolidos, contradichos, o alterados.  Son por completo, literalmente, “Leyes  Canónicas”.

Por otro lado, los católicos romanos modernos están inmensamente complacidos con las reformas y la evolución que han visto en su iglesia, especialmente desde el cataclísmico “Concilio Vaticano Segundo” (más comúnmente conocido como “Vaticano II”).  Ellos puntualizan lo mucho que se ha hecho para abrir el camino para que “todos los cristianos de todas partes finalmente se unan”.  
Esto parece muy emocionante, por supuesto; especialmente, debido a que Roma ha estado en gran medida a la defensiva desde la Reforma.  Empezando con el Concilio de Trento en 1546, ha habido un decreto papal tras otro que ha hecho imposible (incluso ha sido prohibido) que los católicos tengan cualquier “compañerismo” con los protestantes.

¡Ah!, pero “el tiempo sana todas las heridas” -decimos- y, como todo lo demás, el abismo gigantesco entre católicos y protestantes parece ahora, con el paso de los siglos, verse sólo como un “pequeño malentendido”.  Y el Vaticano II, que incluyó reformas tan comprensivas y amplias como el permitir que la Misa se diga en el lenguaje común local, y dejar de prohibir a los católicos leer una Biblia protestante, o asistir a un servicio de iglesia, parecen haber hecho que las diferencias entre Roma y el resto del fragmentado mundo cristiano se vean muy insignificantes.

Como usted probablemente podría acertar, no creo que este sea el caso.  De hecho, en mi investigación y estudios sólo he encontrado que lo cierto es lo contrario.  
¡Sí, seguro la Iglesia Católica está cambiando!  Es probable que jamás en toda su historia haya cambiado tanto como en la generación pasada.  Pero no ha cambiado ni una sola, ¡ni una única doctrina!  Todos y cada punto de los dogmas que han alarmado a los teólogos evangélicos durante los pasados 400 años permanecen iguales, exactamente como estaban escritos, ¡y en plena vigencia!
Pero, debido a todos los cambios de indumentaria, a todas las liturgias y ceremonias reformadas, los católicos de todas partes (al igual que muchos protestantes) han creído, erróneamente, ¡que ha cambiado algo realmente sustancial!
Pero esto no es una sorpresa.  Ha ocurrido muchas veces antes en la historia.  Cuando se cambia la tonalidad, los instrumentos, o el ritmo de una canción, casi todos creerán que se tiene una canción nueva.  Sólo aquellos que prestan atención a la letra -o que conocen bien su música- se darán cuenta de que sí, el estilo es diferente, ¡pero la canción es la misma!

Cuando me doy cuenta de cuán pocos hay entre los católicos (y protestantes) que conocen realmente lo que enseña el catolicismo romano, todo este asunto me parece tan triste.  ¡Es  verdaderamente chocante /espantoso!  Y lo que es todavía más alarmante es el potencial para que el diablo engañe a la gente a causa de su ignorancia.  
He recibido muchas cartas de católicos en respuesta a las primeras tres crónicas, que básicamente dicen esto: “¡La iglesia católica en realidad ha cambiado!  ¿Por qué no usar las creencias y enseñanzas actuales que son resultado del Vaticano II”?

¡Créanme, en cada uno de mis artículos he hecho eso!  ¡Sería un estúpido si estuviera refutando doctrinas y enseñanzas que ya no se usan!  Pero, debido a que la adoración católica se basa mucho en rituales, ceremonias y formas simbólicas externas, cuando el católico medio ve modificadas estas cosas superficiales, ¡cree con todo su corazón que su iglesia realmente ha cambiado!   Solamente tienen que buscar en los documentos del Vaticano II para ver que éste no es el caso.


La Necesidad del Vaticano II
A comienzos de 1960, el Vaticano supo que era necesario darle un remozamiento/una modernización a la iglesia.  Muchas de sus políticas parecían fuera de lugar, y la mayoría de sus formas de adoración eran rígidas y anticuadas.  

Entre los obispos había una sensación de que la iglesia necesitaba evolucionar con los tiempos, y había también un(a) creciente [falta texto] ... de volver a unirse con Roma, que ella iba a tener que darse una apariencia más agradable y atractiva/atrayente.  También había críticas entre sus propias filas de que sus doctrinas necesitaban ser clarificadas y “re-establecidas” en un tono más simple y menos dogmático del que lo habían hecho los concilios previos.

Así las cosas, el Papa Juan XXIII llamó al Concilio Vaticano II en 1962 y continuó bajo el Papa Paulo VI hasta 1965 cuando se hicieron públicos los “Documentos de Vaticano II”, cada cual sobre diferentes aspectos de la enseñanza y doctrina de la iglesia.  
El espíritu y la actitud de estos documentos fueron notablemente diferentes a cualquier otro de los que había producido la Iglesia Romana.  Estaban llenos de referencias escriturales, y no incluían “maldiciones” ostensibles sobre aquellos que no estuvieran de acuerdo (como lo  habían hecho los concilios anteriores).  Fueron revolucionarios en cuanto a dar libertad a los sacerdotes de las parroquias para conducir sus misas en la forma en que pudieran alcanzar mejor a la cultura local y a la comunidad.  
Esto, unido también a cambios en la administración de la iglesia y libertad religiosa fueron los principales resultados del Concilio.
En los años que siguieron hubo otros cambios que procedieron de Roma como resultado de las nuevas actitudes que surgieron del Vaticano II.  Estos incluyeron la eliminación del estricto requerimiento de abstenerse de comer carne los viernes (y también del mandato de ayunar durante la Cuaresma).  Aunque todavía se animaba a estas prácticas, ahora eran opcionales en lugar de obligatorias.  La iglesia entera parecía estar soltándose.  Y los líderes ecuménicos de todo el mundo estaban empezando a ver la luz al final del túnel de la unidad de la iglesia.

Pero, en medio de todo esto, unos pocos cristianos fervorosos todavía puntualizaban tenazmente que, aunque el procedimiento y el lenguaje de la Misa pudieron haber cambiado, su significado todavía permanecía siendo el mismo.  Y, aunque las formas exteriores y las palabras usadas por Roma se habían modificado mucho, las cosas que enseñaba y creía únicamente habían sido confirmadas y repetidas en el tono suave y tranquilizador de los documentos del Vaticano II.


El Movimiento Carismático
¡Y entonces vino la “renovación carismática”, aparentemente de la nada!
Con la bendición del Papa, los católicos estaban formando parte de misas carismáticas, hablando en lenguas, profetizando, ¡cantando y gritando codo a codo con protestantes evangélicos!  Todos estaban muy entusiasmados; ellos pensaban: “Hemos derrotado al diablo”!  
¡Vaya!, la doctrina ya no era importante.  Para los estudiantes de seminario eso era de teólogos antiguos/viejos, acartonados/sin amplitud de miras.  
Pero, a medida que el alboroto empezó a silenciarse un poquito, los protestantes notaron que en las reuniones de oración algunos de sus hermanos y hermanas católicos todavía le estaban rezando a María, y que incluso ofrecían oraciones por sus familiares muertos.
Pronto se hizo patente que la unidad no iba a ser tan fácil como había parecido al principio.  Los protestantes empezaron a hacer preguntas, y empezaron a fastidiar demasiado a sus amigos católicos con preguntas como:  “¿Piensas que el Papa es salvo?”.
Como pueden ver, el futuro completo del movimiento ecuménico depende de esta pregunta de suma importancia:  ¿”Puede un católico romano ser considerado un creyente auténtico (de acuerdo a la Biblia), y todavía creer las cosas que enseña la Iglesia Romana?”


Las Cosas que el Vaticano II No Cambió
Para ayudar a responder esta pregunta hemos preparado una lista de enseñanzas y prácticas que han sido adoptadas y perpetuadas por la Iglesia Católica Romana durante los últimos 1.600 años.  Es importante fijarse en que ni una sola de éstas fueron alteradas por el Segundo Concilio Vaticano.

 
Un Erudito Examina el Vaticano II
El Dr. Loraine Boettner, destacada autoridad evangélica sobre la doctrina católica romana da una mirada en profundidad a los documentos del Vaticano II en el prefacio de la quinta edición de su libro “Catolicismo Romano”.  El Dr. Boettner escribe:
“El Concilio Vaticano II, que se cerró en 1965, hizo cambios en la liturgia, prácticas administrativas, y en materia de libertad religiosa.  Repitió su alegación/reclamo de que la Iglesia Católica Romana es la única iglesia verdadera, aunque reconoció que otras iglesias contienen algunos elementos de verdad.
“Pero el Papa Juan XXIII, quien llamó a la primera sesión, y el Papa Paulo VI, quien presidió las últimas sesiones (al igual que varios cardenales y teólogos prominentes), se preocuparon de enfatizar que no se harían cambios en la estructura doctrinal de la iglesia.  Sin embargo, el Papa Paulo VI promulgó [declaró] una nueva doctrina, que asegura que “María es la Madre de la Iglesia”.  El propósito principal del Concilio fue actualizar la liturgia y las prácticas administrativas, y de este modo hacer a la iglesia más eficiente y más aceptable al mundo del siglo veinte.
“La introducción de la “Nueva Misa”, por ejemplo, trajo consigo un cambio en el lenguaje - ya no se requiere el latín, excepto en la oración de la consagración.   Pero como protestantes, para nosotros no es importante si la Misa se dice en latín, inglés o suajili - no es el lenguaje  de la Misa lo que objetamos, es su contenido y significado.”  (Ver la 2a. Crónica: “El Sacrificio de la Misa”).
“En ocasiones anteriores Roma ha cambiado sus tácticas, cuando los métodos antiguos se hacen inefectivos/ineficaces, pero jamás ha cambiado su naturaleza.  En cualquier organización religiosa, la doctrina es la parte más básica e importante de su estructura, puesto que lo que la gente cree determina lo que hace.  Un documento oficial,  la “Constitución sobre la Iglesia”, preparado para el Concilio y aprobado por el Papa, reafirma la doctrina católica básica, precisamente como permanecía antes de que se reuniera el Concilio.  Se reafirma la doctrina de la infalibilidad del Papa.  Se nos dice que ‘por un acto definitivo él proclama una doctrina de fe y moral... sus definiciones, de ellas mismas, y no por el consentimiento de la iglesia, son justamente llamadas irreformables’.”  (Artículo 25).

Copio, del Art. 25 de la “Constitución Dogmática sobre la Iglesia” (Lumen gentium)
“... El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta misma infalibilidad en razón de su oficio cuando, …, proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres [78]. Por esto se afirma, con razón, que sus definiciones son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia, por haber sido proclamadas bajo la asistencia del Espíritu Santo, prometida a él en la persona de San Pedro, y no necesitar de ninguna aprobación de otros ni admitir tampoco apelación a otro tribunal. Porque en esos casos, el Romano Pontífice no da una sentencia como persona privada, sino que, en calidad de maestro supremo de la Iglesia universal, en quien singularmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o defiende la doctrina de la fe católica [79].  

El Papa no ha perdido ninguno de su poderes.  Permanece como el gobernante absoluto en la Iglesia Romana.  Entonces, si los decretos papales pasados y presentes son “irreformables”, ¿qué esperanza hay para una reforma verdadera en la iglesia de Roma?

Aunque muchas de estas creencias fueron practicadas con anterioridad a las fechas dadas, no fueron vinculantes a todos los católicos hasta que fueron adoptadas oficialmente por los concilios y proclamadas por el Papa como dogmas de fe.  Todas las fechas son aproximadas:
1. Los Presbíteros (o ancianos) fueron llamados sacerdotes primero por Luciano, II siglo.
2. Oraciones por los muertos... 300 D.C.
3. La VENERACIÓN de ángeles y santos muertos y el uso de imágenes... 375.
4. Se adoptó la Misa como una celebración diaria... 394.
5. El comienzo de la exaltación a María, y el uso del término “Madre de Dios” por el Concilio de Éfeso... 431.
6.  Los sacerdotes empiezan a vestirse en forma diferente a los seglares/al laicado, y a usar ropas especiales... 500.
7. Extremaunción... 526.
8. La doctrina del purgatorio fue establecida primero por Gregorio el Grande... 593.
9. Empiezan a ofrecerse oraciones a María, santos muertos, y ángeles... 600.
10. El primer hombre proclamado “Papa” (Bonifacio III)... 610.
11. Se autoriza la veneración de la cruz, de imágenes y reliquias... 788.
12. Se autoriza el “agua bendita”; agua mezclada con una pizca de sal y bendecida por un sacerdote... 850.
13. La Veneración de San José... 890.
14. Comienza el Colegio de Cardenales... 927.
15. Primera canonización de santos muertos, por el Papa Juan XV... 995.
16. La Misa es desarrollada gradualmente como un sacrificio y se hace obligatoria la asistencia... siglo XI.
17. Se decreta el celibato del sacerdocio por el Papa Hildebrand, Bonifacio VII... 1079.
18. El “rosario” (copiado de los hindúes y mahometanos) fue introducido por Pedro el Ermitaño... 1090.
19. La Inquisición (2]) de los “herejes” fue instituida por el Concilio de Verona... 1184, y fue legalizada y promovida por el Cuarto Concilio Lateranense en 1215.
20. La venta de indulgencias... 1190.
21. Los siete sacramentos, definido por Peter Lombard.... s.XII.
22. El dogma de la transubstanciación fue decretado por el Papa Inocencio III... 1215.
23. La confesión de os pecados al sacerdote al menos una vez al año fue instituída por el Papa Inocencio III en el Concilio Lateranense... 1215.
24. La adoración de la hostia, decretada por el Papa Honorio III... 1220.
25. Invento del “escapulario”, por Simón Stock de Inglaterra... 1215.
26. El Concilio de Florencia proclama la doctrina del purgatorio como dogma... 1439.
27. El Concilio de Trento declara a la tradición con igual autoridad a la de la Biblia... 1546.
28. El Concilio de Trento agrega los libros apócrifos... 1545.
29. El Papa Pío IX proclama la Inmaculada Concepción de María en 1854.
30. El Papa Pío IX condena todos los descubrimientos científicos no aprobados por la Iglesia Romana... 1864.
31. La infalibilidad del Papa en materias de fe y morales es proclamada por el Primer Concilio Vaticano... 1870.
32. Pío XI condena las escuelas públicas... 1930.
33. Pío XI reafirma la doctrina de que María es la “Madre de Dios”... 1931.
34. Pío XII proclama el dogma de la Asunción de la Virgen María... 1950.
35. María, proclamada la “Madre de la Iglesia” por el Papa Paulo VI... 1965.

“El documento sobre la Iglesia repite en sustancia la enseñanza del Concilio de Trento de que ‘los obispos y sacerdotes son los representantes de Dios en la tierra... con razón, por lo tanto, se les llama no sólo ángeles, sino dioses, teniendo como ellos tienen el lugar de autoridad de Dios en la tierra.’
“De hecho, no más radicales afirmaciones fueron hechas por el Concilio de Trento (1545-1563), ni por el Primer Concilio Vaticano (1870), de las que son hechas en estos documentos del Vaticano II.  A pesar de todas las afirmaciones sobre lo contrario, el Concilio ha mantenido firmemente la doctrina de la primacía de Pedro (3]) y la sucesión papal.   En su libro “Ecclesial Suam” el Papa Paulo expresó su aflicción sobre lo que algunos ‘hermanos separados’ (4]) dicen acerca del Papa como un escollo/impedimento en el camino hacia la unidad de la iglesia.  Él dijo:
‘¿Acaso no dicen algunos de ellos que si no fuera por la primacía del Papa, la reunión de las iglesias separadas con la Iglesia Católica sería fácil?  Rogamos a los hermanos separados considerar la inconsistencia de esta postura, no sólo en que sin el Papa la Iglesia Católica no sería más católica, sino también en que sin el decisivo oficio pastoral supremo de Pedro, la unidad de la iglesia de Cristo colapsaría totalmente.’
“Debemos decir que en este punto estamos de acuerdo con el Papa, al menos en esta medida: que si la Iglesia Católica Romana fuera reformada según la Escritura, tendría que ser abandonada.  Pero los flagrantes/graves errores concernientes a la salvación todavía continúan.   Más aún, el Concilio no hizo nada en la dirección de remover los más de 100 anatemas o maldiciones pronunciadas por el Concilio de Trento sobre las iglesias protestantes y sus creencias.  Si va a haber alguna unidad verdadera, sin duda este parecería el lugar lógico donde empezar.”


Conclusión
No podríamos encontrar una conclusión más apropiada que la del Dr. Boettner:
“La ‘Constitución sobre la Iglesia’ deja meridianamente claro que Roma no tiene intención de revisar ninguna de sus doctrinas básicas, sino sólo de actualizar sus métodos y técnicas para una administración más eficiente y para presentar una apariencia más atractiva.  Esto está diseñado para hacer más fácil el regreso de las iglesias ortodoxa oriental, anglicana y protestantes a su redil.
No hay indicios de que ella tenga intenciones de entrar en auténticas negociaciones de concesiones mutuas para la unidad/unificación de la iglesia.  Su propósito no es unión, sino  ABSORCIÓN.  La unión de la la iglesia con Roma es estrictamente en una dirección.  El peligro antíquisimo con que el protestantismo se ha enfrentado a la Iglesia romana no ha disminuido; de hecho, bien puede haber aumentado.  Porque, a través de esta postura menos ofensiva y de este ecumenismo superficial, Roma está en mejor situación de llevar a cabo su programa de eliminar la oposición y pasar hacia una posición de dominio mundial.   UNA IGLESIA INFALIBLE SIMPLEMENTE NO PUEDE ARREPENTIRSE.”


Anotaciones a pié de página:
1]  La Iglesia Católica Romana enseña que Jesucristo ordenó a los 12 apóstoles al sacerdocio en la Última Cena, y a sus sucesores -el sacerdocio romano- Jesús les prometió y garantizó Su presencia continua en su enseñanza y gobierno hasta el fin de los tiempos

2] Inquisición - el acto de indagar en un asunto; una investigación - Diccionario American Heritage.  Lucio III decretó que los obispos deberían tomar acción contra los herejes.  Una característica de este decreto fue que un sospechoso, una vez declarado culpable de ser hereje, debía ser entregado al brazo seglar para castigo.  Historiadores estiman que entre 5 y 15 millones de personas perdieron sus vidas mediante tortura y ejecución, antes de que la inquisición siguiera su curso. (De: Una historia del Cristianismo en el Mundo, de Clyde L. Manschreck).

3]  La doctrina de que Cristo le dio a Pedro el rol clave de autoridad legítima... que Pedro sería Su embajador, Su vicario auténtico (Papa) y que este poder sigue extendiéndose a los sucesores de Pedro a través de las edades - los papas.

4] El término usado por el Vaticano II para describir a los miembros de otras fes cristianas no católicas.



sábado, 25 de junio de 2011

3a. Crónica Católica: La Salvación según Roma - Autor: Keith Green



-- Crónicas Católicas --

 
Parte 3 - La Salvación Según Roma


¡... la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor!   (Rom 6:23)
¡Qué gran dicha es conocer a Jesús!  ¡Su amor, Su misericordia, Su justicia, Su clemencia!   ¡Él ha prometido “arrojar nuestros pecados a las profundidades del mar” (Miqueas 7:19) y separarnos de nuestros pecados “tan lejos como está el este del oeste”! (Salmo 103:12).
¡Esta es la buena noticia! (Ese es el significado literal de la palabra “evangelio”, ¡buenas noticias!).  Eso es lo que la verdadera Iglesia de nuestro Dios tiene el derecho de proclamar... “libertad a los cautivos” (Lucas 4:18).

La razón por la que empiezo este artículo acerca de la mirada católica romana de la salvación con tal regocijo en mi Salvador, es porque he terminado de leer una montaña de literatura oficial de la iglesia romana sobre el tema, y puedo decir con toda sinceridad que nunca había tenido tal alegría en lo profundo de mi corazón por la obra terminada de Cristo.  
Mientras recorría minuciosamente cada página y leía acerca de penitencia, confesión, pecados veniales y mortales, indulgencias, purgatorio, etc., tenía además el infinito placer de buscar en las Escrituras para ver qué tenían ellas que decir sobre estas doctrinas católicas fundamentales.

¡Ah!, ¡qué alivio encontraba mi alma en las Escrituras!  ¡Qué regocijo santo!  ¡Qué claridad de luz veía, a medida que el simple resplandor de la misericordia de Dios iluminaba mi mente!  Si hay algo más hermoso que el Amor y la paciencia de Dios con el hombre, ¡nunca ha sido revelado a los mortales!

Todo esto para decir que estoy *empantanado/atascado* con la información que he acumulado y, probablemente, voy a tener que incluirla toda en esta III Crónica tocando brevemente cada tema, cada vez /siempre volviendo a la pregunta principal:
¿Cómo pueden un hombre o una mujer - según Roma- ser salvados de las consecuencias de su naturaleza de pecado y de sus acciones, y cómo pueden tener seguridad de que están en una posición correcta ante Dios?   
* [tiene tanta información, que le resultará difícil presentarla]

La Enseñanza Católica Sobre el Pecado
Antes de que podamos entender qué se les enseña a los católicos acerca de la salvación, debemos ver primero qué se les enseña en cuanto a de qué necesitan ser salvados.  En Mateo 1, el ángel del Señor le habla a José en un sueño sobre su prometida, María, diciendo: “Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» (v.21).

Hoy, muchos evangélicos lanzan el término “salvo/salvado” sin pensar mucho.  “¿Cuándo fuiste salvado? /¿Cuándo te salvaste?”, podría preguntar alguien.  Es casi como un título, o una insignia que usa una persona para probar que ha llegado a ser parte de  un club  - el club de los “salvados”.  
Otros, tienen la impresión de que cuando una persona habla de ser “salva”, está hablando acerca de ser salvada de muchas cosas diferentes - enfermedad, muerte, el diablo, el infierno, etc.
Pero cuando el ángel del Señor usó esa preciosa palabra para profetizar que Jesús cumpliría todas las predicciones de los profetas, dejó muy claro de que Jesús venía a salvar a Su pueblo de... ¡sus pecados!

En la teología oficial Católica Romana, esto también es lo principal /lo más importante que se le enseña a la gente: que necesitan ser salvados de... sus pecados.  
Pero, la única cosa que las enseñanzas católica y evangélica tienen en común en materia de pecado... ¡es [el nombre de] la palabra!  Porque cuando un católico habla sobre sus “pecados”, usted debe averiguar primero si él está hablando acerca de pecados “mortales” o “veniales”.  
Y entonces debe preguntarle, “¿cómo te libras de ellos?”  
La respuesta recibida probablemente confundirá a un no-católico.   Porque palabras como “fe”, “arrepentimiento” -e incluso “Jesús”-  por lo general faltarán en esa respuesta.   En cambio, un evangélico tendrá que aprender, definir y entender toda una lista nueva de palabras antes de poder captar del todo cómo se le enseña a un católico que sus pecados (y el castigo correspondiente a ellos) pueden ser  anulados /contrarrestados.


Pecados veniales y mortales
Las primeras de estas palabras desconocidas son los nombres de los dos grupos en los que Roma ha dividido todos los pecados.  

Ahora, si usted es católico, podría estar preguntándose por qué estoy haciendo tanto aspaviento /dándole tanta importancia a esto.   - (Porque la división de los pecados en dos categorías distintas -cada una con sus propias consecuencias y remedios /reparaciones- han sido parte de la doctrina católica por muy largo tiempo).

Conforme a la definición de Roma, el pecado mortal es descrito como “cualquier ofensa grave contra la ley de Dios”, y se le llama así porque “es mortal, matando el alma y sujetándola a castigo eterno”.  
Los pecados veniales (1]), por otro lado, son “pequeñas y perdonables ofensas contra Dios y nuestro prójimo”.   A diferencia de los pecados mortales, se piensa que estos no condenan a un alma al infierno, pero con la comisión /perpretación de cada pecado venial una persona aumenta su necesidad de permanecer por más largo tiempo en los fuegos purificadores de un lugar llamado “purgatorio”.   (Busque  esa palabra en su Diccionario Bíblico - ¡la encontrará justo al lado de “venial”!)

Ahora, no hay acuerdo entre los sacerdotes en cuanto a cuáles pecados son mortales y cuáles son veniales, pero todos prosiguen en el supuesto de que tal distinción existe.  El método de clasificación es puramente arbitrario.  Lo que es venial según uno puede ser mortal según otro.  Según Roma, el Papa es infalible en materias de fe y doctrina.  Debería ser él entonces quien supiera cómo resolver esta importante materia, catalogando con precisión /exactitud esos pecados que son mortales en contraposición a esos otros que son veniales.

Sin embargo, hay algunos definidos en la categoría “mortal”: romper abiertamente uno de los diez mandamientos, prácticamente todas las ofensas sexuales (ya sea de palabra, pensamiento u obra) y una larga lista de transgresiones que han cambiado a través de los siglos.
Por ejemplo, hasta el Vaticano II era pecado mortal asistir a una iglesia protestante, poseer o leer una Biblia protestante, ¡o comer carne los viernes!   ¡Ah!, y todavía es pecado mortal “faltar a Misa el domingo en la mañana (2]) sin una buena excusa” (¡lo que significa que considerablemente más de la mitad de los que afirman ser miembros de la iglesia católica romana a través del mundo están constantemente en pecado mortal!).

Los pecados veniales incluyen cosas como tener malos pensamientos, tener motivos incorrectos /malos, perder los estribos/la paciencia, etc. - cosas que no necesariamente “llevan al pecado propiamente dicho” pero aun así, son pecados que necesitan ser erradicados de alguna forma.


¿Qué dice la Biblia?
La Biblia no hace distinción entre pecados mortales y veniales.   De hecho, no hay tal cosa como un pecado venial.  ¡TODO PECADO ES MORTAL!  Es verdad que algunos pecados son peores que otros; pero también es verdad que todos los pecados -si no son perdonados- traen muerte al alma.  La Biblia dice simplemente: “La paga del pecado es muerte” (Rom 6:23).  Y Ezequiel 18:4 dice: “El alma que peque, morirá”.
Santiago dice que “el que cumple con toda la ley pero da un traspié en un solo punto, es culpable de haberla quebrantado toda” (2:10).  Él no quiso decir que la persona que comete un solo pecado es culpable de todas las otras clases de pecados, sino que incluso un pecado no expiado deja a una persona completamente fuera del cielo y la somete a castigo, tan claro como que un paso en falso del montañista lo hace despeñarse hacia la destrucción en el cañón abajo.
Sabemos con qué rapidez la naturaleza humana se agarra de cualquier excusa para pecar.  Roma parece estar diciendo “¡estos pecados son realmente malos!, ¿pero esos?...  Bueno... ustedes pueden escaparse con unos pocos y no sufrir mucho, en realidad”.  
Hablando de “escaparse /librarse” de algo, vamos a ir de lleno a cómo enseña Roma que uno puede “deshacerse” /librarse de sus pecados.


Confesión
El sistema católico comienza a hacerse muy complicado cuando empezamos a examinar las formas en que uno puede borrar tanto sus pecados mortales como los veniales.
Dos tipos de castigo se deben al pecado mortal: eterno (en el infierno para siempre), y temporal (en el purgatorio).  El castigo eterno se cancela/anula ya sea por el bautismo (3]) o la confesión a un sacerdote”. (4])
El catecismo de Baltimore define confesión como sigue:
Confesión es contarle nuestros pecados a un sacerdote autorizado con el propósito de alcanzar /conseguir perdón.”  Aquí, las palabras importantes son “sacerdote autorizado”.
Y para que sea genuina, una confesión debe ser oída, juzgada, y seguida por la obediencia al sacerdote autorizado cuando él asigna una penitencia como: buenas obras, oraciones, ayunos, abstinencia de ciertos placeres, etc.   
Una penitencia puede definirse como “un castigo asignado por el sacerdote, sufrido/recibido en señal de arrepentimiento por el pecado” - generalmente, una pena muy leve.
El catecismo de Nueva York dice: “Debo contarle mis pecados al sacerdote para que él pueda darme la absolución”. (5])  Una persona que, a sabiendas, retiene/oculta un pecado mortal en la confesión comete un espantoso sacrilegio, y debe repetir su confesión.


El Rol del Sacerdote
La ley 888 del Canon dice: “El sacerdote tiene que recordar que al oír la confesión él es un juez.”  Y el libro Instrucciones para No-Católicos (6]) dice:  “Un sacerdote no tiene que pedirle a Dios que perdone los pecados de ustedes.  El sacerdote mismo tiene el poder para hacer eso en el nombre de Cristo.  Sus pecados son perdonados por el sacerdote igual como si usted se arrodillara delante de Jesucristo y se los dijera a Cristo mismo.” (7])  

El sacerdote perdona la culpa de los pecados mortales -lo que salva al penitente de ir al infierno- pero no puede remitir la pena debida a esos pecados; y por eso, el penitente debe expiarlos/repararlos realizando las buenas obras que él prescribe.  
El penitente puede ser -y generalmente es-  interrogado por el sacerdote, de modo que él o ella puedan hacer una confesión completa y apropiada/adecuada [verdadera/auténtica].  
Se pone énfasis en el hecho de que cualquier pecado no confesado no es perdonado, cualquier pecado mortal no confesado en detalle no es perdonado, y la omisión de siquiera un pecado (mortal) puede invalidar la confesión completa.   A todo católico romano leal se le requiere /exige bajo pena de pecado mortal ir a confesarse al menos una vez al año, aunque se dice que la confesión mensual es más satisfactoria.  
Pero, incluso después de que un penitente ha recibido perdón, permanece una gran cantidad -pero desconocida- de castigo, para ser sufrida en el purgatorio.” (8])

La doctrina del purgatorio se apoya en el supuesto de que si bien Dios perdona los pecados, Su justicia, sin embargo, demanda que el pecador deba sufrir el castigo completo que le corresponde por su pecado antes de que se le permita entrar al cielo.
Técnicamente, los pecados veniales no necesitan ser confesados, puesto que son comparativamente leves y pueden ser cancelados mediante buenas obras, oraciones, extremaunción, (9]) etc., pero los términos son bastante elásticos y permiten una considerable libertad de acción de parte del sacerdote.  Generalmente, se aconseja que es más seguro confesar supuestos pecados veniales también, puesto que únicamente el sacerdote es capaz de juzgar adecuadamente cuáles son mortales y cuáles veniales.  
El catecismo de Baltimore dice:  “Cuando no hemos cometido ningún pecado mortal desde nuestra última confesión deberíamos confesar nuestros pecados veniales o algún pecado dicho en una confesión previa por el que estemos arrepentidos  otra vez, con el fin de que el sacerdote pueda darnos la absolución.” (10])
¿Qué oportunidad tiene un pobre pecador frente a un sistema como ése?
Como ejemplo, un ministro amigo mío que fue formado en la iglesia católica cuenta el caso de  su hermano mayor, quien iba a confesarse cada semana y confesaba el mismo pecado, al mismo sacerdote, y se le daba la misma penitencia con el fin de recibir absolución.  Esto se llevó a cabo semana tras semana, año tras año.  Un día, estando de viaje, decidió que no rompería su patrón de confesión semanal, así que fue a otra iglesia católica en la ciudad que estaba visitando.   Fue al confesionario y confesó el mismo pecado -a un sacerdote diferente.  Empezó con “Perdóneme Padre, porque he pecado” y entonces empezó a confesar el pecado de nuevo, pero esta vez quedó impactado cuando el sacerdote dijo: “Pero, hijo mío, ¡ese no es un pecado!”  El hermano de mi amigo se paró, salió apresuradamente, y a partir de ese día no ha vuelto a poner un pie en ninguna iglesia.

 
Desarrollo Histórico
Rastreamos en vano por cualquier palabra en la Biblia que apoye la doctrina de la “confesión auricular” (11]).  
Es igualmente imposible encontrar cualquier autorización o práctica general de ello durante los primeros 1.000 años de la era cristiana.  Ni una sola palabra se encuentra en los escritos de los primeros padres de la iglesia acerca de confesar pecados a un sacerdote o a algún otro, excepto a Dios.  La confesión auricular no se menciona ni una sola vez en los escritos de Agustín, Orígenes, Nestorio, Tertuliano, Jerónimo, Crisóstomo, o Atanasio; todos ellos y muchos otros, aparentemente vivieron y murieron sin siquiera pensar en ir a confesarse.  Se pensaba que nadie aparte de Dios es digno de oír confesiones, o garantizar perdón.
La confesión fue introducida en la iglesia primero como algo voluntario, en el siglo quinto, por la autoridad de Leo el Grande.  Pero no fue sino hasta el IV Concilio Lateranense, en 1215, bajo el Papa Inocencio III, que la confesión auricular privada se hizo forzosa, y a toda la gente católica romana se le exigía confesarse y buscar absolución de un sacerdote al menos una vez al año.  Si no obedecían este mandato, se les declaraba culpables de pecado mortal y condenados por la eternidad al infierno. (12])


¿Puede un sacerdote perdonar pecados?
Las Escrituras enseñan que sólo Dios puede perdonar pecados (Marcos 2:7).  “El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados” (Mateo 9:6).
El Dr. Zachello cuenta de su experiencia como sacerdote en el confesionario antes de dejar la iglesia romana en estas palabras:
“Donde mis dudas verdaderamente me estaban aproblemando era dentro del confesionario.  Personas viniendo a mí, arrodillándose frente a mí, confesándome sus pecados.  Y yo, con la señal de la cruz, estaba prometiendo que tenía el poder para perdonar sus pecados.  Yo, un pecador, un hombre, estaba tomando el lugar de Dios.  Eran las leyes de Dios las que estaban siendo quebrantadas, no las mías.  A Dios, por ende, se debe confesar; y a nadie más que a Dios se debe rogar por perdón.” (13])

De hecho, la única palabra en la Biblia acerca de confesar pecados a otro que no sea a Dios mismo se encuentra en Santiago: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados.” (5:16).  Es obvio que el Señor se refiere a lo que Él dice en Apocalipsis capítulo 1, que “ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios Su Padre” (v.6).   Y Pedro llama a la Iglesia “linaje escogido, real sacerdocio” (1 Pedro 2:9).  Aunque usted no lo crea, la única mención en el Nuevo Testamento acerca de que los creyentes sean sacerdotes se usa en un contexto donde están incluidos todos los creyentes verdaderos, no unos pocos selectos.   Esa es la razón por la que Santiago pudo decir que nos confesemos los pecados “unos a otros”.

A los católicos les encanta citar el versículo en Juan 20:23 para probar que sus sacerdotes tienen el poder para “perdonar y retener” pecados. “A quienes les perdonen sus pecados, les serán perdonados; a quienes no se los perdonen, no les serán perdonados”.  Los poderes para perdonar y retener pecados les fueron dados a los apóstoles como proclamadores de la Palabra de Dios, no como sacerdotes.   
[vers. 21-22: “... Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. 22 Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: ...]   
Como ya lo señalamos, no hay “sacerdotes” cristianos en la enseñanza y doctrina del Nuevo Testamento.  Pastores, sí.  Diáconos, sí.  Apóstoles, profetas, maestros, evangelistas, sí.  Sacerdotes, ¡no!
Jesús les estaba diciendo a sus seguidores que por la predicación el evangelio, se les estaba dando el poder de declarar que los pecados de una persona eran perdonados por Dios.  Y si un individuo, o un grupo, no los recibía a ellos y al perdón que ofrecían en el nombre de Jesús,  tenían la instrucción de “sacudir el polvo de sus pies” como protesta contra ellos, y de advertirles que “en el día del juicio el castigo para Sodoma y Gomorra será más tolerable que para ese pueblo” (Mateo 10:14-15).  
En otras palabras, que si una persona rechazaba la predicación de los apóstoles [acerca] del evangelio, éstos tenían el derecho de decirle a esa persona que sus pecados no eran perdonados, porque había rechazado la única provisión para la expiación de los pecados.  »El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.» (Lucas 10:16).  
Este poder para perdonar y retener pecados -contrariamente a lo que Roma enseña- pertenece a todo aquel que predica el verdadero evangelio de la salvación.


Penitencia
En el sistema romano, la penitencia es uno de los siete sacramentos. (14])
El catecismo de Baltimore define penitencia como “el sacramento por el cual, a través de la absolución del sacerdote, son perdonados los pecados cometidos después del bautismo.” (15])
Otro catecismo publicado en Nueva York dice: “el sacerdote me da penitencia para ayudarme a compensar, porque el castigo temporal no siempre hace satisfacción plena /da cumplimiento íntegro por mis pecados.  Yo, por lo tanto, debería hacer otros actos de penitencia... y tratar de ganar indulgencias.”  
Y en Instrucciones para No-católicos dice:  “después de la confesión, algunos castigos temporales por el pecado generalmente permanecen.  Por lo tanto, usted debería realizar otros actos de penitencia también, para que pueda compensar estos castigos, y evitar una larga estadía en el purgatorio.” (16])


La Penitencia como un Sistema de Obras
Esto en realidad es salvación por obras.  Porque la penitencia, como dice el catecismo, implica la confesión de los pecados de uno a un sacerdote y el hacer buenas obras como la única manera por la cual pueden ser perdonados los pecados cometidos después del bautismo.  Así, la iglesia de Roma demanda actos de penitencia antes de garantizar perdón, infiriendo que el sacrificio de Cristo no fue suficiente para expiar completamente el pecado y que debe ser suplementado en cierta medida por estas buenas obras.
Pero lo que Dios demanda no son actos de penitencia sino arrepentimiento, lo que significa  apartarse del pecado.  “Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos.  Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia.” (Isaías 55:7
La manera fácil en la que la iglesia de Roma lidia con el pecado se ve en esta doctrina de la penitencia.   Comparativamente, el penitente recibe perdón con facilidad.  Se le asigna alguna tarea que cumplir, por lo general no demasiado difícil  - a veces simplemente recitar un número dado de “Ave Marías”.  
El resultado es que no tiene ningún reparo/escrúpulo en reanudar su rumbo malvado.   Martín Lutero quedó impactado cuando leyó en el Nuevo Testamento griego editado por Erasmo que Jesús no dijo: “hagan penitencia”, como había sido traducido por la iglesia romana, sino “arrepiéntanse”.


Penitencia versus Arrepentimiento
La penitencia es una cosa completamente diferente al arrepentimiento del evangelio.  
La penitencia es un acto externo.  El arrepentimiento es del corazón.
La penitencia es impuesta por un sacerdote romano.  El arrepentimiento es una obra del Espíritu Santo.  
Lo que Dios desea en el pecador no es un castigo a sí mismo por los pecados, sino un cambio de corazón, un verdadero abandono del pecado, demostrado por una nueva vida de obediencia a los mandatos de Dios.   
En resumen, la penitencia es una falsificación del arrepentimiento.  Es la obra del hombre en su cuerpo.  El verdadero arrepentimiento es el trabajo de Dios en el alma.  La Palabra Divina manda: “Rásguense el corazón y no las vestiduras.” (Joel 2:13).  La penitencia es “rasgar las vestiduras” - una forma externa sin realidad interior.

Aunque el romanismo enseña que Cristo murió por nuestros pecados, también enseña que Su solo sacrificio no fue suficiente, y que deben agregársele nuestros sufrimientos para hacerlo efectivo.  De acuerdo a esto, muchos han tratado de obtener salvación mediante ayunos, rituales, flagelaciones, y varios tipos de buenas obras.   Pero los que intentan tal camino siempre encuentran que es imposible hacer lo suficiente para ganarse la salvación.
El Dr. C.D. Cole dice:
El romanismo es un complicado sistema de salvación por obras.  Ofrece la salvación con un plan de pago a plazo; entonces ve en ello que el pobre pecador siempre está retrasado en sus cuotas/pagos, de modo que cuando muere hay un gran saldo impago, y debe seguir con los pagos mediante sufrimientos en el purgatorio, o hasta que la deuda quede saldada por las oraciones, las limosnas, y los sufrimientos de sus parientes y amigos vivos.  El sistema entero y el plan demandan mérito y dinero desde la cuna hasta la sepultura e incluso más allá.  Sin duda, la sabiduría que trazó tal plan de salvación no es de arriba.” (17])   


La Enseñanza Bíblica acerca de las Buenas Obras
Las buenas obras son, por supuesto, agradables a Dios, y tienen un lugar importante y necesario en la vida del cristiano.  Ellas vienen naturalmente si uno tiene fe verdadera, /[O: Son, por naturaleza, una consecuencia de que uno tiene fe verdadera], y se llevan a cabo por amor y gratitud a Dios, por la gran salvación que Él nos ha concedido.  
Las buenas obras, en otras palabras, no son la causa y base de la salvación, sino más bien los frutos y la prueba de la salvación.  “... no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo” (Tito 3:5).  
El cristiano nacido de nuevo produce buenas obras tan naturalmente como la vid produce uvas.  Son parte de su propia naturaleza.  Las realiza no para ser salvado, sino debido a que es salvo.


La Salvación por Gracia
La Gracia -justamente porque es gracia- no es dada en base a un procedimiento por méritos.  De ningún modo las buenas obras de un hombre en esta vida pueden considerarse un equivalente justo para las bendiciones de la vida eterna.  Pero todos los hombres, debido al orgullo, naturalmente sienten que deberían ganarse la salvación, y un sistema que les proporciona lo necesario a ese respecto les resulta atractivo de buena gana/fácilmente.   Pero Pablo pone el hacha a /desvirtúa tal razonamiento cuando dice: “Si esto es así, ¿estará la ley en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley” (Gálatas 3:21).  
Una y otra vez las Escrituras repiten que la salvación es de gracia, como anticipándose a la dificultad que tendrían los hombres en aceptar el hecho de que ellos no serían capaces de ganársela.
El Concilio de Trento, en su oposición a la doctrina de la justificiación por fe de los reformadores y en defensa a su doctrina de la penitencia, declaró: “Cualquiera que afirme que los hombres son justificados con la sola imputación de la justicia de Cristo... sea maldito.” (18])

[Agrego la versión oficial en castellano.
Título: “Cánones sobre la justificación” - en “Decreto sobre la justificación”
CAN. XI. Si alguno dijere que los hombres se justifican o con sola la imputación de la justicia de Jesucristo, ...; o también que la gracia que nos justifica, no es otra cosa que el favor de Dios; sea excomulgado.]

Y el Almanaque Católico dice: “La penitencia es necesaria para la salvación... y fue instituida por Cristo para el perdón de los pecados”. (19])
Las enseñanzas de la iglesia moderna coinciden completamente:
Muchas cosas son necesarias para la salvación.  Todas estas cosas operan juntas -fe, bautismo, la Eucaristía, el hacer buenas obras, y otras también.   La redención es una cosa, la salvación es completamente otra.  No hay nada que falte por parte de Cristo; hay mucho por hacer por parte nuestra.” (20]).
También, en un cuadernillo publicado en 1967, bajo el subtítulo “Nosotros También Debemos Hacer Expiación/Reparación” dice que:
aun cuando la satisfacción de Cristo fue completa y universal; no obstante, todos los cristianos adultos están obligados a imitar a su Maestro sufriente y hacer satisfacción personal por sus pecados mediante buenas obras.(21]).  
Pero, el apóstol Pablo, en su obra maestra sobre la justificación por fe dice: “Y ahora que hemos sido justificados por Su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de Él, seremos salvados del castigo de Dios!” (22]) (Romanos 5:9)   “... «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia.»  4 Ahora bien, cuando alguien trabaja, no se le toma en cuenta el salario como un favor sino como una deuda. 5 Sin embargo, al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia.” (Romanos 4:3-5).
¡Qué significativa coincidencia es que a esta doctrina de la justificación por fe se le da tal prominencia en la “Epístola a los Romanos”, ya que más tarde Roma llegó a ser el asiento del papado!  Parece estar escrita ahí como si tuviera la intención de ser una protesta enérgica y permanente contra los errores de la iglesia romana.


Seguridad de la salvación
La primera consecuencia de la doctrina de la penitencia (al igual que las doctrinas del purgatorio y las indulgencias) es que el católico romano, aunque bautizado y confirmado, nunca puede tener esa seguridad de su salvación y ese sentido de seguridad espiritual que es una bendición tan grande para el cristiano verdadero.  
En proporción a lo espiritualmente sensible que es, la persona que se aferra a una religión por obras sabe /( La persona que se aferra a una religión por obras, cuanto más espiritualmente sensible es, más sabe) que no ha sufrido tanto como lo merecen sus pecados, y que nunca puede hacer tanto como debería con el fin de ser digna de salvación.
A un católico romano moribundo -después que ha hecho todo lo que puede y después de los últimos ritos que se le han impartido- se le dice que todavía debe ir al purgatorio.  Ahí él sufrirá una tortura desconocida, sin seguridad alguna de cuánto tiempo durará, pero con la seguridad de que si sus parientes rezan por su alma, y pagan/dan con generosidad suficiente para tener velas encendidas y misas especiales para él, sus sufrimientos de alguna manera serán acortados.
¡Ah, qué contraste con todo eso es la muerte del creyente verdadero, quien tiene la seguridad de que va directamente al cielo a la presencia inmediata de Cristo! (Filipenses 1:23)  ¡Qué maravillosa bendición es la fe verdadera del cristiano, tanto en vida y, especialmente, a la hora de la muerte!  
El Concilio de Trento pronunció incluso una maldición sobre cualquiera que se atreviera a decir que tenía seguridad de la salvación, o que el castigo completo por el pecado es perdonado junto con ese pecado. (23])  Tal seguridad es declarada una falsa ilusión y el resultado de orgullo pecaminoso.  
El tiempo mantiene a los que se sujetan/someten a ella en constante temor e inseguridad.  Incluso frente a la muerte, después de que ha sido administrada la extremaunción y después de que se han rezado miles de rosarios “por el reposo del alma”, el sacerdote todavía no puede dar seguridad de salvación.  La persona nunca es “suficientemente buena”, sino que debe cumplir [sentencia] en la prisión del purgatorio para ser purificada de los pecados veniales antes de que pueda ser admitida en la ciudad celestial.   Nadie puede ser verdaderamente feliz, o estar  realmente en paz.  Y, particularmente en materias espirituales, persisten la duda y la incertidumbre durante la vida entera y hasta la sepultura.

Pero Dios quiere que seamos salvados y, según la Biblia, el Espíritu Santo puede darnos la seguridad de que tenemos salvación cuando tenemos una verdadera, íntima relación con el Hijo de Dios (1 Juan 5:9-12).  
Pero, en el romanismo, uno debe trabajar duro por ella y debe pagar diariamente por ella; y después que ha hecho todo lo que el sacerdote ha prescrito, todavía no puede saber si la tiene o no.   Y a través de todo eso, se alza el anatema del Concilio de Trento contra todo aquel que afirme la certeza de su salvación.   Por consiguiente,  no se puede encontrar en ninguna parte un católico romano consistente con lo que su iglesia enseña, que se alegre en la seguridad verdadera de vida eterna.


Conclusión
Es obvio, incluso por este breve vistazo dentro de las doctrinas de pecados mortales y veniales, confesión, penitencia, y purgatorio, que la Iglesia Católica Romana ha construido uno de los sistemas doctrinales más no-bíblicos/poco bíblicos que alguna vez se haya considerado “cristiano”.  El temor, la angustia, y la esclavitud religiosa que crea tal sistema de “premio y castigo”, ha atormentado a millones de vidas por siglos, y continúa explotando a /alimentándose de aquellos que son/están ignorantes de la manera bíblica/del camino bíblico de salvación.
La iglesia romana es un imperio con sus propias reglas, sus propias leyes, y sus propios temas.  Llama “hermanos separados” (24]) a los miembros de otras fes, y tiene como su meta el ensamblaje /la centralización final/definitivo(a) de todos bajo su bandera.

Sé que muchos no serán convencidos o movidos por este artículo para sacar tal conclusión.  Están impresionados por lo que han oído acerca de recientes conmociones /movimientos entre los católicos en la “Renovación Carismática”.  Muchos evangélicos (especialmente carismáticos) se han ilusionado por los informes/reportajes de católicos hablando en lenguas, danzando en el Espíritu, teniendo noches de alegría y alabanza, incluso asistiendo a “misas carismáticas”.

Bocas que acostumbraban hablar osadamente contra la Iglesia de Roma han sido acalladas por los tiempos/se han silenciado con el tiempo.  Ya no está en boga hablar contra tal error (25]).  Ahora los protestantes -sin darse cuenta de su alcance/inconscientes- creen que “nuestras diferencias no son tan grandes”.
Nunca he entendido del todo por qué Dios me guió a escribir estos artículos.  Pero se vuelve más claro con cada día de estudio y cada página de investigación, que la verdad de la Escritura debe ser defendida para la gloria de nuestro Señor Jesús y por aquellos que necesitan desesperadamente ser libertados.

Notas a pié de página:

1] Venial - fácilmente excusado o perdonado; perdonable - Diccionario “American Heritage”
[DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) venial. (Del lat. veniālis).
1. adj. Que se opone levemente a la ley o precepto, y por eso es de fácil remisión.]
pecado venial.
1. m. Según la doctrina católica, el que levemente se opone a la ley de Dios, o por la parvedad de la materia, o por falta de plena advertencia.
2] “Obligación dominical” - puede cumplirse también asistiendo a Misa un sábado en la tarde.
3] Permitida sólo una vez en la vida de una persona -y si la persona muriera inmediatamente después del bautismo, Roma dice que irá “derecho al cielo”.  De otro modo, las únicas otras condiciones por las que un católico puede tener seguridad de que irá directamente al cielo inmediatamente después de la muerte, es morir “santo” (una persona perfecta y santificada completamente), o morir como mártir.  Todos los demás deben estar algún tiempo en el purgatorio.
4] El bautismo es también el único caso en que todos los pecados son quitados/removidos, y tanto los castigos temporales como los eternos -por el pecado- son cancelados.
5] Absolución -liberar de la pena; exoneración; remisión de los pecados declarado oficialmente por un sacerdote - Diccionario “Webster”.
[DRAE: ~ (absolución) sacramental. 1. f. Acto de absolver el confesor al penitente.
absolver. (Del lat. absolvĕre).
2. tr. Remitir a un penitente sus pecados en el tribunal de la confesión, o levantarle las censuras en que hubiere incurrido.]
6] Primeramente, para uso de aquellos que forman parte de la Iglesia Católica Romana.
7] Instrucciones para No-católicos, pág.93
8] Catolicismo Romano, págs. 197-199 (en adelante, referido como “CR”)
9] Extremaunción - uno de los siete sacramentos, conocido también como “unción de los enfermos” o “los últimos ritos”, y administrado cuando una persona está cerca de la muerte.
10] El Catecismo de Baltimore, pág. 329
11] El título oficial para confesión a un sacerdote autorizado en un confesionario.  Se llama “auricular”, porque es hablado secretamente al oído de los sacerdotes.
12] CR pág. 199
13] CR pág. 203
14] Los siete sacramentos son: Bautismo, Confirmación, (Santa) Eucaristía, Penitencia o Confesión, Orden Sagrado, Matrimonio, Extremaunción.
15] Catecismo Baltimore, pág. 300
16] Instrucciones para No-católicos, pág. 95
17] CR, pág. 257-258
18] Concilio de Trento, sesión VI
19] Almanaque católico, págs. 269, 559.
20] “El Credo de los Apóstoles”, publicado por los “Caballeros de Colón”, págs. 18-19.
21] “Se levantarán otra vez”, publicado por “Los Caballeros de Colón”, pág. 3.
22] Ver también: Efesios 2:8-10; Romanos 1:17; 3:21-22, 28; 5:1, 18-19 y 11:6; Juan 3:36; Gálatas 2:21 y 3:11.
23] CR pág. 267.
24] El término usado por Vaticano II para describir a los miembros de las iglesias ortodoxa oriental, anglicana y protestantes.
25] Aunque las siguientes personas lo hicieron vin vacilar: Martín Lutero, John Bunyan, John Huss, John Wycliffe, Juan Calvino, William Tyndale, John Knox, Thomas Becon, John Wesley, Samuel Cooper, John Cotton y Jonathan Edwards.